Habrá que convenir que no son el colmo de modernidad, pero tienen su público como evidencia su supervivencia desde que hace algo más de tres siglos se fabricaran los primeros relojes de cuco en Alemania, en concreto en la región montañosa de la Selva Negra.
Su recargado diseño y, principalmente, su original manera de dar las horas mantiene el vigor de este tipo de relojes que tampoco han escapado a los avances en la tecnología pese a la conservación de su peculiar estilo.
De los seleccionados, hemos situado en primer lugar un modelo Selva Negra de la marca Eble por la calidad de sus materiales, los extras derivados de su mecanismo de cuarzo a un precio razonable, que no económico ya que esta gama no lo es en general si se opta por una buena madera y parte de trabajo artesanal.
La seña de identidad de este tipo de dispositivos es aquella que le da nombre y que consiste en una abertura por la que, cada hora o fracción, ya que hay distintas alternativas, sale un autómata en forma de pájaro que avisa con el sonido ‘cu-cú’.
Además de este hecho diferencial, suelen incorporar un péndulo y un gong. Hay que señalar que si bien el pájaro es tan fundamental como para darle nombre al reloj, no es el único autómata que nos podemos encontrar.
Hay modelos que añaden, por ejemplo, bebedores de cerveza, músicos autóctonos tiroleses, leñadores e incluso pequeños trenes.
Pues no es un mecanismo sencillo:
Una de las cadenas se encarga de la hora y la otra se encarga del cuco. En algunos casos llevan una tercera pesa. En se caso también incorpora música, eso querrá decir que el reloj también dispone de música.
Se caracterizan por funcionar a través de un mecanismo autónomo, incorporar sonidos pregrabados, baterías para que funcionen y sensores de luz que permiten apagar el sistema del reloj al apagar las luces o al percibir la oscuridad de la noche.
Entre los inconvenientes señalamos que, aunque los precios son muy variados, los auténticos de madera maciza y pintados a mano no resultan especialmente económicos.
Incluso hay opciones artesanales que pueden rozar hasta los 4.000 euros.
Un modelo de estética clásica con mecanismo de cuarzo a pilas elaborado con materiales de calidad y a un precio razonable dentro de su gama que no es precisamente barata.
Como es propio de estos modelos recurre a la madera maciza para su fabricación con un importante componente artesanal que se evidencia principalmente en las tejas de la casa de la Selva Negra, tipo al que pertenece por diseño.
Se trata de un modelo simple en el sentido que no aporta melodías ni movimientos de autómatas, pero hay que tener en cuenta que, con estas calidades de materiales, esos extras suben de manera notable un precio que ya es estimable.
Sí tiene, como es propio del mecanismo de cuarzo, un sensor de luz que evita que el cuco no suene cuando no haya luz y así no moleste durante las horas de sueño.
También incorpora un sonido de cascada de agua y eco cuando sale el cuco a dar las horas cuyo sonido se puede regular en volumen.
En medida esta dentro del margen estándar con 32 cm de alto por 27 cm de ancho. Hay que aclarar que en este modelo, y los de cuarzo en general, las pesas son fijas ya que son un elemento decorativo más y no se usan para dar cuerda.
Para los clasicistas, a buen seguro sea una provocación, pero el diseño manda y el reloj de cuco, como ya hemos apuntado, no ha sido una excepción.
Poco que ver con lo tradicional salvo la esencia como es el cuco que da las horas y el propio reloj que las marca.
En sintonía con la tendencia renovadora de estos dispositivos, un modelo más que minimalista comparado con los recargados que resultan los de toda la vida.
Con todo, hay que dejar claro que su precio no baja en consonancia con esta eliminación de piezas ya que sigue siendo caro más aún cuando está fabricado con la derivación de aglomerado MDF.
El color le da un toque llamativo notable con un péndulo también muy sencillo frente a los tiradores de cadena y rematados en forma de piña de los clásicos.
Sí destaca mucho en el aspecto musical ya que cada hora la da un canto distinto de pájaro, hasta doce, aunque se puede seleccionar el de siempre.
En este caso, cambiamos de modelo para pasar al de casa o chalet suizo. Entre otras diferencias, resulta bastante reducido de tamaño con una altura de poco más de 20 cm y un precio algo más bajo, pero tampoco barato.
Con las ventajas propias de los extendidos mecanismos de cuarzo, como el sensor de luz ya aludido, pero también básico en cuanto a prestaciones ya que se limita al canto con eco cada hora.
La estructura es de madera con la combinación del color nogal con un tono más claro que hace, por ejemplo, que se realce la esfera del reloj y el detallado tejado.
Como elementos alusivos a su procedencia, incluye como ornamentos un trío de figuritas de músicos tiroleses y unos cuidados detalles que imitan la vegetación.
Para su funcionamiento requiere dos baterías del tipo Baby C que le darán una autonomía aproximada de un año.
Una opción Selva Negra de alto nivel que en una gama cara de por sí significa un desembolso importante. Claro que si es fanático de estos relojes y se tiene margen económico puede merecer la pena.
Además de la calidad de la madera que, se da por supuesta, cuenta con un despliegue de autómatas que lo hace más que llamativo. Incluido un tren que entra y sale por un pequeño túnel.
Estamos ya, como exige su precio, ante un modelo mucho más grande de lo habitual con unos 40 cm en sus dimensiones más largas y casi cinco kilos.
La llegada de las horas en punto se convierte así en un espectáculo ya que cuando el pájaro canta (con hasta doce tonos diferentes) todo el despliegue de autómatas empieza sus movimientos.
De un extremo pecuniario a otro para cerrar con un modelo muy económico que, como es lógico, resulta muy básico pero agradable a la vista para quienes gusten de este tipo de relojes.
Muy adecuado para habitaciones infantiles sin problema de molestar por la noche ya que incorpora el sensor de luz para evitar los sonidos a horas intempestivas.
Fabricado con resina y alimentado con pilas convencionales que no vienen incluidas en el artículo.
En la actualidad, podemos distinguir, entre los clásicos, tres principalmente:
Además de estos, el diseño moderno no ha sido ajeno a intentos con relojes minimalistas que siguen el espíritu tradicional, pero con formas innovadoras.
La diferencia entre estos márgenes temporales está referida a la frecuencia con la que se les ha de dar cuerda a aquellos de movimiento mecánico.
En el de uno se deben enrollar cada 24 horas y en el ocho días hacer lo propio cada semana.
Por lo general, en los de ocho días la música suena solamente al dar las horas y en los de un día tanto en las horas en punto como a las y media.
Este proceso es mucho más sencillo ya que basta con subir hasta arriba la cadena con el peso (si son clásicos tendrán forma de piña) y esperar a que vayan bajando por sí solos.
Esto en los más clásicos ya que los actuales funcionan a través de baterías o pilas de larga autonomía.
Última actualización el 2024-05-03 at 04:20 / Enlaces de afiliados / Imágenes de la API para Afiliados
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